La Piel: Es el revestimiento externo de nuestro cuerpo, y su función es mantener nuestra temperatura y la cantidad de agua, percibir sensaciones del tacto y otras, y defendernos contra los microbios. A partir de ella se forman los pelos, las uñas y las glándulas cutáneas, y al llegar a un orificio corporal la piel se continúa por su interior mediante una mucosa, como sucede en el interior de los labios y en los orificios nasales.
Distinguimos tres capas en la piel, de arriba abajo: la epidermis, la dermis y el subcutis. La primera se encuentra en contacto con el exterior y está formada por un tejido epitelial plano del que existen muchas capas, con un grosor de hasta dos décimas de milímetro. En ella se hallan los melanocitos o células productoras de melanina, que es el pigmento que da un tono más o menos oscuro a nuestra piel y que se produce en mayor cantidad por la exposición al sol.
La dermis, la capa intermedia, es más elástica debido a que contiene fibras colágenas, y hay allí gran cantidad de vasos sanguíneos y del sistema linfático. Además, posee terminaciones nerviosas, receptores sensoriales, las raíces de los pelos y las glándulas cutáneas, que son las sudoríparas, las olorosas y las sebáceas, productoras de grasa.
El subcutis está formado por tejido conjuntivo y en él se acumula la capa adiposa. Ésta tiene la función de almacén de energía y de aislante frente al frío, y su grado de acumulación depende de la región del cuerpo.
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